miércoles, 24 de septiembre de 2008

jueves, 15 de mayo de 2008

Tenia ganas

En lo concerniente a la imagen fotografica, cabria considerar que la fotografia solo adquiere su valor pleno con la desaparicion irreversible del referente, con la muerte del sujeto fotografiado, con el paso del tiempo...
En la fotografia del referente desaparecido se conserva eternamente lo que fue su presencia, su presencia fugaz -esa fugacidad, con su evidencia, es lo que la fotografia contiene de patetico-, hecha de intensidades. Dicho de otro modo: es imposible separar el referente de lo que es en si la foto. Y de aqui, al cabo, la deduccion de Barthes: la esencia de la fotografia es precisamente esta obstinacion del referente en estar siempre ahi.
La fotografia es mas que una prueba: no muestra tan solo algo que ha sido, sino que tambien y ante todo demuestra que ha sido. En ella permanece de algun modo la intensidad del referente, de lo que fue y ya ha muerto. Vemos en ella detalles concretos, aparente mente secundarios, que ofrecen algo mas que un complemento de informacion (en tanto que elementos de connotacion): conmueven, abren la dimension del recuerdo, provocan esa mezcla de placer y dolor, la nostalgia. La fotografia es la momificacion del referente. El referente se encuentra ahi pero en un tiempo que no le es propio. Con detalles dispersos -un gesto hoy en dia poco usual, un ornamento...- que lo hacen impropio. El tiempo -o incluso la superposicion de tiempos distintos y quiza contrapuestos- puede ser uno de tales "detalles" invisibles a primera vista. Pues el referente rasga con la contundencia de lo espectral la continuidad del tiempo. La foto es para el referente lo que el hielo para el alpinista que el glaciar del Montblanc abandona en su falda siglo y medio despues del accidente mortal: un tramite tanatologico que nos presenta de pronto, abruptamente, lo que fue tal como fue. Como si el fotografo fuese en el limite un taxidermista de ese haber existido, con la sola diferencia de que el fotografo no falsea el interior de los cuerpos, no interviene en ellos, en su interior, sino que los presenta tal como fueron en un instante concreto, enmarcados unicamente por los bordes de la placa fotografica.

Joaquim Sala-Sanahuja

Parte del prologo a "La camara lucida" de Roland Barthes.